EL CUADERNO DE PEDRO PAN

Convertir Palma en la capital cultural del Mediterráneo

El PP está siendo el único partido comprometido en hacer de Palma un referente cultural internacional

El PP promete convertir el abandonado edificio de Gesa en un Museo de Arte Moderno y Contemporáneo

Jaime Martíneza Palma
Catedral de Palma de Mallorca.

En las elecciones locales de 1991, Palma cerró un ciclo cultural brillante en su historia reciente. Desde entonces, no se ha vuelto a vivir una etapa plena de actividades sobresalientes. El próximo 28 de mayo, exactamente 32 años después, un candidato con bastantes posibilidades de llegar a la alcaldía se propone desplegar una serie de propuestas que van a necesitar al menos una legislatura completa para comenzar a ver sus frutos.

Me refiero a Jaime Martínez, candidato del PP, que de esta manera le llevará la contraria a la prepotente socialista Francina Armengol que, inflada como una oca, decía recientemente aquello de que «el PP se plantea gobernar sin decir qué hará». Pues bien, en su programa electoral, los conservadores abundan en propuestas, aunque por la naturaleza de esta columna me ceñiré a cuanto tenga que ver con la cultura, única y exclusivamente. No sin antes, avanzar lo que han significado para Palma estos últimos tiempos.

Nada más llegar a la alcaldía, Joan Fageda, también del PP, se cargaría a las bravas el Festival Internacional de Jazz de Palma y el Festival Internacional de Teatro, dejando languidecer Cançons de la Mediterrània. Probablemente para marcar territorio (desmontar los hitos de la izquierda) y desde luego se equivocaba porque eran tres joyas para conseguir situar a Palma en el mapa internacional de la cultura. Grandes artistas de talla mundial acudieron a las tres citas. Por poner unos ejemplos, todas las leyendas vivientes del jazz, la flor y nata de la interpretación –entre ellos Darío Fo, Marcello Mastroianni o Jeanne Moreau- , además de grandes figuras de la música mediterránea, sin ir más lejos Ofra Haza y Angelo Branduardi . Solamente sobrevivieron las Serenates d’Estiu, esa gran iniciativa de Juventudes Musicales que mira por dónde por primera vez abrió las puertas del Castillo de Bellver a la cita cultural, mientras los Premios Ciudad de Palma seguían languideciendo. No se significaron jamás, tampoco ahora, como un referente a considerar. ¿Las Serenates d’Estiu? Acabaron en nada con la crisis del 2008.

Una tarea que deberá afrontar el próximo gobierno municipal de Palma es devolverle el brillo de un pasado desterrado hace demasiado tiempo.

En los años 90 la iniciativa privada puso en marcha la Temporada de Ballet de Mallorca y el ciclo El Mundo Sinfónico. La primera tuvo que cerrar por la crisis económica del 2008 y el capítulo sinfónico después de acercarnos enormes propuestas se apagó en la segunda edición, al no conseguir apoyo institucional. Probablemente habría sido la puerta de acceso para ver nacer en Palma un festival de artes escénicas, equivalente al de Edimburgo. Si bien, siendo honestos, aquellos promotores madrileños se acercaron a la isla para intentar sacar cuantos más cuartos pues mucho mejor. Aunque la contrapartida fue que nosotros no fuimos capaces de soñar aquel futuro.

Un caso atípico fue el de Michael Douglas y sus Noches Mediterráneas en el Centro Cultural Costa Nord de Valldemossa. Durante seis ediciones se vivieron momentos únicos (tengo escrito el libro sobre el particular) y el final llegó con la venta de Costa Nord al Govern.

Pero vayamos con Jaime Martínez, cuyo objetivo es que Palma «se pueda configurar como la capital cultural del Mediterráneo». Para ello pretende rehabilitar el edificio de GESA, tapiado durante 15años, y convertirlo en el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de la ciudad, además de la sede de una Feria Internacional de Arte Contemporáneo, nuestro particular ARCO en definitiva. También, habilitar -en s’Escorxador- una Filmoteca Municipal, vinculada con los multicines Ciutat ubicados en el complejo. Y lo realmente novedoso: establecer un IBI cultural. ¿Qué significa eso? Pues un trato de favor a los edificios culturales, en especial aquellos que pagan unos impuestos abusivos como es el caso del Auditórium de Palma, tratado por la fiscalidad municipal como una gran superficie en primera línea. Este IBI cultural beneficiará en un principio al Auditórium, puesto que el resto de espacios escénicos o son públicos o propiedad de la Iglesia que ya están exentos de pagar el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI).

Hablando de Palma, que en definitiva es la metrópoli del archipiélago, bien se pueden establecer sinergias con las propuestas de Marga Prohens, en el caso de llegar al Consolat de Mar, sede del Govern balear. A saber: una ley de industrias culturales, además de una ley específica para la música, en palabras de Prohens «para crear un marco normativo para reconocer y para potenciar las orquestas, bandas de música y grupos locales, para proteger la riqueza musical de nuestras islas». Habrá que esperar al articulado, también a la viabilidad del informe de impacto económico.

En cualquier caso el PP está siendo el único partido comprometido en hacer de Palma un referente cultural internacional, que además establece vínculos directos con el sector turístico. En este sentido, no olvidemos que fue Jaime Martínez conseller de Turismo, lo que implicaría su plena identificación con Marga Prohens cuando apunta: «Baleares es un escaparate por el que cada año pasan millones de personas de todo el mundo y por tanto debe ser una oportunidad para nuestros creadores». En definitiva, internacionalizar toda la producción cultural de Baleares, que no es poco.

Recordemos que antes de la crisis económica del 2008 era la Conselleria de Turismo la que capitalizaba los presupuestos para actividades culturales en disposición de ser un reclamo para el turismo de calidad, aunque llegada la crisis con el segundo Pacte de Progrés en el poder, se acabó lo que se daba definitivamente. Desde entonces, la cultura como reclamo exportable no ha vuelto a levantar cabeza. De ahí el valor de las propuestas del PP, y que en esta ocasión por primera vez apunta el papel de la cultura «como dimensión indispensable del individuo, como una seña de identidad y como la carta de presentación de las Islas Baleares». De nuevo Prohens, pero igualmente nos vale hablando de Jaime Martínez. Ojalá sea posible establecer un pacto de Estado entre conservadores y socialistas de Baleares para ganar el futuro.

Lástima que Francina Armengol, que ha mamado en las ubres de ERC, no sea capaz de entenderlo. Pese a ello, plena confianza en Jaime Martínez y en Marga Prohens como futuribles artífices de una capitalidad cultural, que ya va siendo hora pueda llegar a materializarse. Palma tiene potencial.

Pero insisto: convertir Palma en capital turística del Mediterráneo, hacerlo una realidad, necesitará de consensos entre los populares y los socialistas, y ello nunca será posible mientras el PSIB-PSOE no se refunde y abandone definitivamente sus flirteos con la extrema izquierda.

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